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Después de la propia imaginación el avión es el
mejor sistema para viajar grandes distancias, cruzar mares, océanos,
continentes... Está diseñado para los grandes viajes, para aquellos que te
llevan a lo desconocido.
El
coche o el tren tienen una connotación distinta, de mayor cercanía, son más
habituales. Del avión siempre se esperan cosas importantes, quizá porque
despegar los pies del suelo es algo que
a todo ser humano se le antoja un acto imprudente, irreflexivo, que implica
cierta pérdida de control, pero que hace que la vida parezca una aventura y
hasta merezca la pena exprimirla hasta sus últimas consecuencias.
No
hace demasiado tiempo, en otoño de 2014 mi esposa y yo pudimos ver cumplido un
sueño, un anhelo, un deseo; visitar
Paris.
Ese asunto que tienes pendiente, que no olvidas, del que hablas en
cada momento de intimidad y que lo vas dejando porque siempre hay algo “más importante” o “más urgente” que te
impide llevarlo a cabo.
Finalmente
y gracias a mis hijos; ellos nos lo regalaron sin posibilidad de retorno,
hicieron el milagro posible. Ya no había nada “más importante” ni “más urgente” que nos impidiera viajar a París.
Sin
salir de nuestra ciudad empezamos a disfrutar París preparando cada momento,
reuniendo la información de cada lugar, preguntando qué hacer y donde ir a los
amigos que ya habían estado, escuchando consejos y recomendaciones, disfrutando
intensamente cada minuto hasta el día del vuelo.
En
el vuelo hacia Paris, el aparato entró en una zona
de turbulencias que comenzó como un movimiento leve y acabó con el avión
bamboleándose de lado a lado, con las alas apuntando al cielo y al suelo
alternativamente. El comandante, sereno, pidió al pasaje que mantuviera los
cinturones de seguridad abrochados y nada más terminar de hablar se escuchó un gran estruendo en la parte trasera. Los rostros que inicialmente eran de nerviosismo, se
tornaron de pavor cuando una de las azafatas se lanzó literalmente a un asiento
vacío y se coloco el cinturón. Si ella tenía miedo es que la situación era
realmente alarmante. Entonces un pasajero soltó una frase lapidaria: “para que queremos el cinturón si vamos a morir todos”, dijo.
Inmediatamente, las turbulencias cesaron, la azafata recobró la verticalidad y
comenzó a recoger las latas de bebida que habían rodado por el pasillo después
de que se cayera el carro del catering con todo su sonido metálico que pareció
que por lo menos se había roto la cola del avión.
Recuperada
la normalidad, la frase de aquel pasajero hizo reconvertir los rostros de miedo
en caras cómicas para demostrar lo sencillo que es viajar del cielo al infierno
en apenas un segundo.
El vuelo acabó sin
novedad.
Ya en París cumplimos con todo lo planeado;
foto desde
último piso de la Torre Eiffel,
“Paris Romántico” navegando por el
Sena,
“París Lúdico” cenando en el Moulin Rouge,
paseo por los Campos
Eliseos y sentir el glamour de hacer shopping en las Galeries Lafayette.
Siempre
pensaremos que “Paris bien vale unas turbulencias…”
Lo
que seguramente no alcanzó a pensar el involuntario protagonista es que
“el mayor viaje es la propia vida”.
Quizá
tampoco llegó a reflexionar que en realidad los grandes viajes son los que se
sueñan y no los que se hacen, aunque sean a la vuelta de la esquina, porque
soñar es viajar…
Reflexión
Está bien tener un final para un
viaje, pero al final, es el viaje lo que importa.
Ernest
Hemingway. Escritor
y periodista estadounidense del siglo XX.
La frase
Viajar es vivir.
Hans
Christian Andersen. Escritor y poeta
Danés (El patito Feo)
“ 3 cosas que aprendí
mientras mi avión se estrelló”
Ric Elias tenía
un asiento de primera fila en el vuelo 1549, el avión que aterrizó de
emergencia en el río Hudson en Nueva
York en enero de 2009. ¿Qué pasó por su mente mientras el condenado avión
bajaba? En TED, él te cuenta su historia en público por primera vez.
Te lo
recomiendo. Este es el enlace. No te lo pierdas.
Cuéntanos donde
fue tu mejor viaje. Escríbelo abajo en comentarios.
¡¡ Muchas Gracias
!!
"La Mirada Critica"de
Benicio Orozco
Viajar es recibir una gran variedad y cantidad de sensaciones por encima del nivel que percibimos en la vida cotiduana. Se percibe cada momento con mas intensidad, lo que ves lo que oyes lo que gustas las risas las gentes los lugares los paisajes, porque lo deseas y te predispones en tal sentido, es una buena manera de sentir, aunque un lujo al que solo se accede cuando se puede por lo que no hay que hacerlo objeto de culto, y aprender/recordar que también la vida diaria si te fijas en ella también te sorprende y aporta todas esas sensaciones a cada momento.
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